Tras el año de encierro, durante la pandemia en el 2020, el trabajo en el taller de Gili ha reflejado una vuelta de la mirada a la naturaleza -algo que ha pasado sin duda con muchos de los habitantes de nuestras grandes ciudades. En estas obras además se advierte una mayor sensualidad y se refleja que otros sentidos estuvieron en alerta a la hora de hacer las pinturas, no solo la vista. Aunque las formas siguen conteniendo la geometría liberada que el artista viene desarrollando desde hace ya dos décadas, es justamente en la paleta utilizada en estas obras donde estas ideas han encontrado mejor reflejo.

En la entrevista que realizó el artista con Axel Stein, se discute el origen del título de esta exposición. Stein se refiere a la pintura de Wifredo Lam, La Brousse en la que “la violencia de (un bosque de espinas) impide el paso de la mirada hacia otra dimensión” a lo cual Gili responde que “La Brousse, indica el crecimiento descontrolado en el trópico, “el monte” o maleza, lo que crece cuando uno deja de pretender domesticar a la naturaleza”. Al referirse a la mirada de lo más cercano e inmediato, el artista agrega que la pintura es el mejor medio para ello “eso que podríamos llamar sensualidad, y el ojo alerta a lo que pasa en la tela, nunca deja de estar presente en el proceso de trabajo. Siempre intento que la mediación sea mínima, que sean mis manos las que descubran primero lo que surge en la tela”. En la entrevista se indaga en otros grandes temas a partir de las obras exhibidas, como son el paisaje, la figuración, la perspectiva, la geografía, los jardines, la crónica de un país, Venezuela, el tiempo y el exilio.